“Me interesan las cosas que inventan un futuro para la historia del arte, donde cada pieza es como una piedra que se tira hacia adelante. Al menos este avance en la historia de la pintura ya está registrado con esta obra”.

“La pintura históricamente no se mueve mucho en el espacio, se cuelga en la pared y allí queda. Lo que sí se mueve es la escultura, que abre más posibilidades. De ahí viene la frase de Mondrian que dice que la pintura tiene que ocupar el espacio. Siguiendo esa línea de romper el matrimonio entre la pared y la pintura, hice la primera pintura horizontal. Lo importante de la obra es la idea que está detrás, que tiene que ver con pensar posibilidades nuevas. Presentar una obra perpendicular a la pared implicaba una situación muy distinta, y me resultaba muy interesante lanzarme en esa dirección. Siempre me interesó agregar algo nuevo, como si la pintura fuese un lenguaje y uno le agregara una palabra nueva”.

“Hay varias cuestiones sobre este aspecto. La obra fue un poco ‘presentarla en sociedad’. Es la primera pintura horizontal, algo que no existía. Abre camino a desarrollos conceptuales en el arte a futuro. Además, que se vendiera implicaba que el mercado la aceptaba. No es que produzca para el mercado, creo que tengo que estar por delante del mercado. Prefiero registrar la idea. Pero que el mercado apoyara esa idea no fue poca cosa. Para mí es una obra muy importante en el sentido de que de algún modo siento que cambia la historia”.