“El trabajo está inspirado en el libro Pensando en imágenes de la autora norteamericana Temple Grandin. Grandin fue diagnosticada con autismo en una época en que el autismo se veía como algo inmodificable, algo que, una vez diagnosticado, no se podía remontar. Ella demostró que sí se podía. En la universidad creó una máquina muy famosa que abrazaba a las vacas cuando iban al matadero, lo que les generaba una sensación de contención que les quitaba el estrés. Grandin había construido una de esas máquinas en su cuarto y cada vez que volvía de la universidad, se metía en la máquina porque le daba cierta tranquilidad. Explicó que a medida que empezaba a tratar de entender qué era el autismo, se iba dando cuenta de que no podía tener pensamientos abstractos. Cuando pensaba en una casa, veía una casa. Entendió que eso era lo más parecido al comportamiento animal, sin abstracción. Por ejemplo: los brillos en el piso cuando hay agua asustan a los animales, para alguien que solamente ve un piso con agua no puede entender esa reacción. Grandin se vuelve una referencia de la forma más humana de matar animales. Desarrolla un sistema, una especie de camino que recorren las vacas antes de entrar al matadero, donde pauta hasta qué punto no se pueden usar más descargas eléctricas. En Pensando con imágenes explica cómo es la forma de pensar de los animales. Si a un chancho alguien le pegó alguna vez con un sombrero amarillo, cada vez que vea un sombrero amarillo se va a asustar y va a generar un trauma. Me pareció interesante como punto de partida para pensar cómo hacer para generar una suerte de invocación donde los bailarines piensen como caballos. No es que están actuando como caballos, porque no es una obra de teatro. No hacen de caballos, sino que tienen que pensar como caballos. Lo que Grandin dice es que la concepción que tenemos de pensar en un futuro o en un pasado es enteramente humana, pero los animales están ciento por ciento en el presente, y por carecer de ideas abstractas tiene un nivel sensorial más alto”.