“Me inspiraba la sensación de calidez del tapiz, de esa cosa americana, medio incaica, de pueblos originarios. No ir a la fuente, sino a algo ya filtrado”.

“A mí me viene como cierta luz, de un living, de una casa, y visualizo que ahí hay colgado un cuadro. Y ese es el cuadro que pinto. Pero no pinto solo el cuadro, sino también la luz de la casa, el clima, cierta emocionalidad del lugar, la intimidad del hogar. Pinto el cuadro y el contexto del cuadro que me imagino. O veo el contexto y después aparece el cuadro. ‘¿Qué cuadro había en esa casa? En esa casa, con esa luz, con esas paredes, había este cuadro’. Y entonces lo pinto”.

“Se llaman Formas negras parecidas a algo. Son un poco como esas figuras que te muestran los psicólogos, donde siempre encontrás algo. De esas formas me inspiré una vez que fui a vender acrílicos al Rojas y estaba Alfredo Londaibere dando clases, y les hacía a sus alumnos dibujar en una hoja cualquier figura y después meterle colores. Me pareció genial eso de trabajar desde la cero conexión, una pura figura que no está motivada por ninguna pulsión de expresividad ni nada. Lo genial era que se trataba de una técnica súper sencilla, casi trucha”.