“Lo que siempre exploramos, o al menos muy seguido, son las narrativas que ya existen o que están muy presentes en la cultura: el cine comercial, las historias contadas desde un costado más hétero-comercial. Nos gusta meternos ahí y darle nuestra reinterpretación. En ese momento, y en realidad ya desde unos años antes, teníamos algo de ver todo desde la perspectiva drag. Todo era drag de algún modo, desde las cosas más normales, como alguien que se viste para ir a trabajar, a nosotros nos parecía un teatro demente. En ese momento estábamos trabajando mucho sobre las extensiones del drag. Por ejemplo, el mobiliario de una casa que podía ser también parte de tu drag. Con esta obra fue la primera vez que hicimos algo que tenía que ver con entender el drag a partir de la mezcla de amigas, de colectividades, y cómo para nosotrxs eso era un drag de por sí. Después hicimos algunas otras obras que tenían esa idea muy presente”.
“Creo que a nivel técnico y a nivel conceptual es una obra importante. En esta obra afianzamos más un concepto que nos interesa mucho, que es la idea del loop en el video, es decir, concebir el video como infinito. Salir de las definiciones más formales de duración de un video y pensar que para nosotrxs la duración de ese video es infinita. Tiene eso también de que el principio y el final se unen con el mismo sonido, y es una acción que no para. Es como si estuviese todo el tiempo armándose. La idea del loop empezó antes, pero en Spyder la afianzamos más”.