“En mi barrio, Monserrat [Ciudad de Buenos Aires], no hay muchos gimnasios, entonces uno termina cayendo en unos lugares como gigantes que parecen cajas de zapatos con claraboyas. Iba temprano a unas clases de aerobics para mujeres, y yo me quedaba pasmado observando el evento, que era espectacular: tres profesores arriba con una energía muy especial y las mujeres abajo, bailando en coreografía mientras ellos agitaban a través de un micrófono. Quedé fascinado no solamente con lo performático, sino que había algo de la estética del gimnasio que me interesaba, las gráficas eran una cosa surrealista. Me dije: alguna vez tengo que hacer algo con esto. En el momento en que se dio lo del video, hice unos storyboards en los que empecé a pensar un personaje profesor de gimnasia, o alguien con esa pinta aeróbica. Quise hacer un cruce entre esa estética y lo que pasa adentro del taller de un pintor. El video de alguna manera habla de ese ejercicio físico que uno hace a la hora de pintar, cuando la relación del cuerpo con la tela es absolutamente vincular, no solo por la ejecución de la obra, sino también porque uno camina estos espacios que terminan siendo los lugares que uno habita toda una vida. Son lugares muy aislados, cerrados, algunos son chicos. Mil años tuve talleres que eran una habitación de 3 x 4 m, y desde ese pequeño espacio uno construye y crea todo. Me concentré en poder ver esos movimientos, los movimientos que tienen que ver con eso, con lo físico. Me inventé un nunchaku de pinceles y fui a comprar ropa de danza cerca del Teatro Colón. Me junté con Jackie Ludueña, que bailaba, y me dio unas clases de baile. Para la escenografía estuve viendo imágenes de canchas, me gustan las líneas, sobre todo de las canchas de basket. Tomé referencias de ahí para armar la escenografía en un galpón que nos prestó un amigo, y conseguimos un panel de fondo y después un montón de gente se copó para venir a trabajar de onda. Vinieron dos amigos, Juan Sáenz Valiente, que es un historietista, y Manuel Sarrabayrouse, que es el que hace de entrenador. Vino una mujer a ayudarnos a vestirnos y caracterizarnos, Manuela Schedlbauer. Y armamos los personales y empezamos a hacer las escenas, estuvimos todo el día filmando y después lo editamos. Iba con una pintura también, grande, en la cual uno podía ver esa relación del ejercicio en la pintura y cómo la impronta de la pincelada, de los movimientos en el trabajo, tienen que ver con cómo se ejecutan y cómo el físico se relaciona con las proporciones de la tela”.