El animismo, esa creencia que atribuye a todos los seres, objetos y fenómenos de la naturaleza un alma o principio vital, no es estático, sino que circula y conecta a seres y cosas entre sí, derribando los límites entre lo vivo y lo no vivo. Me parece que podría usar ese término para pensar la performance, un arte que vincula los cuerpos y el tiempo presente y que históricamente buscó generar otras maneras de relación entre los cuerpos humanos y su entorno, buscando otras escalas de encuentro y reconocimiento. Hoy, el posible carácter animista de la performance la vuelve una manera de aprendizaje, una práctica capaz de generar otra responsabilidad y afecto con las cosas y los seres del mundo. (+) seguir leyendo
Autor/a:
Agustina Muñoz (Buenos Aires, 1985) es autora y trabaja como intérprete y realizadora en teatro, cine y performance. Su práctica e investigación incluye diversas colaboraciones con otras artistas en distintos espacios y formatos. Tiene un máster en Investigación Escénica por la Universidad de las Artes de Amsterdam, Holanda. Escribe regularmente ensayos y textos para distintos medios y publicaciones. Sus obras se han mostrado en Suiza, Holanda, España, Cuba e Irlanda. Es editora junto a Juan Laxagueborde, Santiago Villanueva y Maruki Nowacki de la revista Segunda Época. Es coeditora junto a Bárbara Hang del libro El tiempo es lo único que tenemos (Caja Negra, 2019), una antología sobre arte performativo y pensamiento contemporáneo. Actualmente es asesora del área de Artes Escénicas del Centro Cultural Kirchner.