Hacia 1945, en pleno fervor por hacer de la moda con pedigrí francés el eje del mundo, Carmen de Tommaso descubrió que su nombre no era el indicado para liderar una casa de alta costura parisina. Por ello mezcló su nombre con el de su tía Josy Boyriven hasta obtener Madame Carven, y bajo este apellido lideraría uno de los proyectos referenciales de la moda francesa. Sin embargo, Carven no solo ocupa un lugar destacado por haber conquistado actrices, aristócratas y el corazón de las mujeres de talle pequeño, como la propia Madame Carven, sino también por postular hitos en la historia de la perfumería. En 1957 creó el primer Vétiver del mercado, lanzado en plena época de democratización del perfume y de la atención puesta en las fragancias masculinas, caracterizadas por la presencia de aromas simples y poco estridentes. Anteriormente, hacia 1946, con motivo del lanzamiento de su primer perfume Ma Griffe, creado por Jean Carles, ideó estrategias de comunicación inéditas, como hacer caer del cielo miniaturas del perfume atadas a pequeños paracaídas arrojados sobre las calles de París. Pero sin lugar a dudas, su gran instinto pionero quedó demostrado en la idea de regalar esta esencia a las mujeres que volaban en primera clase, convirtiéndose a continuación en la primer maison en vender fragancias en los aviones. En 1978 la casa francesa lanzó su segundo perfume para hombre: Monsieur Carven, en un período donde los usos vinculantes entre perfume masculino y aseo empezaron a resultar obsoletos. En esta disociación se ubica Monsieur Carven, un perfume creado por Raymond Chaillan y protagonizado por flores dulces, lima ácida, cuero, madera o canela y cuyo efecto atemporal no permite acrecentar con facilidad la metáfora deportiva con la que los perfumes masculinos del período eran asociados. (+) seguir leyendo