“Siempre me interesó la circulación de las fotografías. En ese momento, hace más de diez años, no sé si existía Facebook y los teléfonos recién empezaban a tener cámara, pero no eran smartphones. De hecho, las fotos que son de teléfono son muy chiquititas, no tienen definición, son como una cosa muy anclada a ese momento. Recuerdo que era la época del Fotolog, de los bloggers. Yo tenía en la cabeza ese universo pero no sabía bien qué hacer y una vez vi a un blogger en un cíber, desde afuera, desde la vidriera, y me dije: voy a venir mañana a ver qué hacen en las computadoras. El cíber se usaba mucho también porque aún no había computadoras en todas las casas. Si mirás las fotos, te vas a dar cuenta de que había gente que tenía una cámara digital e iba a descargar las imágenes en un cíber porque en la casa no tendría computadora. Los cíber a los que yo iba eran en La Plata [Buenos Aires], donde vivía en ese momento. Había muchas personas que iban a hacer trabajos de la facultad y usar las computadoras y todo ese material quedaba ahí. Los cíber se supone que debían borrar todo automáticamente, pero los que no eran tan buenos, no borraban nada y dejaban todos los archivos. Incluso desde una computadora por la red accedés a todas las demás, hay cero protección de la información”.