Hasta el momento de escribir este ensayo, nunca había pensado en la obra de Valentina Liernur como vulnerable, y ahora al mirar esta obra, Formas de Devoción #2 (2016), me deambula en la mente una frase que aparece al principio de la novela The Argonauts (2015) de la escritora y crítica de arte Maggie Nelson, donde describe su situación al comienzo de una relación sentimental como “feral with vulnerability”¹ - “feral de tanta vulnerabilidad”. Feral, término derivado del latín feralis, fiera, ha caído en desuso en el español pero es común en inglés para designar animales -usualmente domésticos, como gatos y perros- que se mantienen o revierten a un estado salvaje. La frase le sienta bien a esta pintura que se planta muy entre la fragilidad y la agresión. Antes de esto, la obra de Valentina solo me parecía imposiblemente cool, ese cool aspiracional, como el de las mujeres altas y flacas con ropa increíble. También provocadora, edgy, por encima del bien y del mal, experimentando con temas y materiales que suelen ir a contrapelo de lo celebrado como serio localmente: una lucidez extraordinaria para jugar con la moda y sus procesos, y con la superficie glossy que comparten las revistas y las pinturas. (+) seguir leyendo