“Exploraba la relación entre el discurso y el dinero, tratando de entender algo sobre el flujo del lenguaje y de la economía. Creo que podía trazar paralelismos performativos entre una cosa y la otra. El personaje de la película, que soy yo, pero no soy yo, va perdiendo la capacidad discursiva a medida que va perdiendo plata. El sitio donde se desarrollan estas acciones es un lugar donde confluyen fronteras: tres países, con tres hablas particulares. Y esto hace que, así como se mezclan las monedas, se mezclen los idiomas. Creo que ese flujo entre lenguaje y economía tiene que ver con que hay todo el tiempo intercambios semánticos que modifican la economía”.
“Es una obra importante en relación a que en ella desarrollo los primeros pasos de algo que voy a continuar después: la actuación. Me importa mucho el tema de la dirección de actores y cómo se vehicula la palabra en cámara, y la primera vez que lo hago es precisamente con La Desaparición”.