Registro parcial de una performance que Leopoldo Estol (Buenos Aires, 1981) realizó en las calles de Río de Janeiro una noche de diciembre de 2011, Memoria de un cautivo revela, en sus 4 minutos y 34 segundos de materialidad pixelada, ciertos aspectos de la metodología de trabajo de Estol, pero sobre todo da cuenta las formas del quehacer que caracterizaron un momento particular de una generación de artistes. El video documenta un momento de transición, el fin de los primeros 2000 hasta la década siguiente, cuando algunos de los valores que habían caracterizado las prácticas de un grupo de artistes comenzaron a desplazarse hacia nuevos territorios: el de las investigaciones en campos extendidos y las prácticas de estudio que tendían a lo proyectual, el de la atención a la factura y las terminaciones y sobre todo el de una sensibilidad que comenzaba a abandonar la inmediatez y el desparpajo de la calle. Es el momento previo al dominio del PDF como herramienta de trabajo, durante el cual algunos sectores del arte se debatían entre la controvertida “profesionalización del arte local” y la espontaneidad, la precariedad y los afectos como principios organizadores del pensamiento y la tarea artística¹. Se trata de la época que comenzó con los resabios de la crisis todavía frescos en la calle, y se estiró durante una década larga y kirchnerista de recuperación económica y reelaboración institucional. Una época que comenzó con Fotolog, atravesó Flickr y Facebook, pero se fue apagando con la llegada de los filtros de Instagram. Como parte de uno de los primeros intentos de consolidación del debate sobre el arte de los 2000, organizado por Claudio Iglesias en las salas del Museo Nacional de Bellas Artes, Estol desplegó su archivo personal en una especie de conferencia performática y ofreció un relato en imágenes que retratan las recorridas por las calles de Buenos Aires, las juntadas de basura, las obras con les amigues, los talleres compartidos y las fiestas. Así como esa colección de imágenes personales ofrecen una mirada amplia y abarcadora sobre esos primeros años de la década, el breve video-documento que registra Memoria de un cautivo desliza algunas pistas sobre su final. (+) seguir leyendo
El registro
Autor/a:
Sofía Dourron (Buenos Aires, 1984) es investigadora y curadora independiente. Vive y trabaja en Buenos Aires. Es licenciada en Gestión e Historia del Arte y magíster en Historia del Arte Latinoamericano. Recientemente participó del Programa Curatorial 2018-2019 de De Appel en Ámsterdam, y del International Research Fellowship 2019 del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Corea, en Seúl. Entre 2015 y 2018 fue curadora en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, donde curó exposiciones de Edgardo Antonio Vigo, Sergio Avello, Elba Bairon y Lino Divas, entre otres. Desde 2011 es miembro del proyecto independiente La Ene, Nuevo Museo Energía de Arte Contemporáneo, del cual fue directora entre 2015 y 2018. Actualmente, su trabajo investiga las relaciones entre la perspectiva decolonial, la noción de decolonización del inconsciente, prácticas artísticas, activismos y tradiciones en diferentes regiones del sur global.